Comenzaré ahora si unas relecturas, vienen creo que tres libros que ya leí al menos una vez, y empezaremos con el libro de dale Carnegie, que personalmente es un libro que me gusto mucho en su tiempo.
He de aclarar que hay dos versiones de este libro, el original escrito por el propio Carnegie y el que voy a leer ahora, una modificación y adaptación a manera de actualización echa por sus pupilos después de su muerte, en la cual se cambian algunos ejemplos y se quitan algunas cosas.
hace años leí la versión original, ahora voy a leer esta segunda versión, que ya tiene de todas maneras unas décadas, pero no es la escrita en 1936.
Dale Carnegie escribió este libro con el propósito de ser un suplemento a su curso sobre oratoria y relaciones humanas y nunca se imagino que se convertiría en el mayor bestselleres y que la gente lo leería, lo criticaría y viviría según sus reglas.En la elaboración de este libro comenzó al principio con una serie de reglas que poco a poco se fueron extendiendo hasta formar este libro.
Dale Carnegie entrevisto a veintenas de personas para poder así tomar ejemplos de la vida entre esas personas están: Edison, Franklin D. Rooselvelt, James Farley entre otros y así tomar sus ejemplos de cómo fueron hombres de éxito.
Nació en 1888 en Maryville, Missouri; Carnegie se crió en una granja, siendo el segundo hijo de James William y Amanda Elizabeth Carnegie. En su juventud, trabajó en el campo al tiempo que realizaba sus estudios en el State Teacher’s College en Warrensburg, graduándose como maestro de escuela. Su primer trabajo tras la universidad fue vender cursos de correspondencia a hacendados (rancheros); luego pasó a ser vendedor de tocino, jabón y manteca de la empresa Armour & Company. Tuvo tanto éxito que consiguió que su zona, Omaha del Sur, fuese líder nacional de ventas para la empresa.
El mayor éxito de mercadotecnia de Dale Carnegie fue cambiar la dicción de su apellido materno de «Carnegey» a Carnegie, en un momento en el que el empresario Andrew Carnegie era ampliamente reverenciado y reconocido.
“A los veintitrés años yo era uno de los jóvenes más infelices que había en Nueva York. Vendía motores de camiones para ganarme la vida. No tenía la menor idea de qué era lo que hacía funcionar un motor. Pero eso no era todo: ni siquiera me interesaba aprenderlo. Detestaba mi trabajo. Detestaba vivir en una barata habitación amueblada en la calle 66 Oeste, una habitación llena de cucarachas. Todavía me acuerdo de que yo tenía un montón de corbatas colgadas en las paredes, y cuando iba a sacar una cada mañana, las cucarachas escapaban en todas direcciones. Detestaba tener que comer en restaurantes baratos y sucios, que seguramente también estaban llenos de cucarachas.
“Regresaba todas las noches a mi solitaria habitación con un terrible dolor de cabeza, que se alimentaba y nutría con las desilusiones, las preocupaciones, la amargura y la rebeldía. Me rebelaba porque los sueños que yo había acariciado allá por los tiempos en que estaba en el colegio se habían convertido en pesadillas. ¿Esto era la vida? ¿Era esta la aventura vital que yo había esperado con tanta ansiedad? ¿Era esto todo lo que la vida iba a significar para mí, ocupado en un trabajo que despreciaba y sin esperanza alguna para el futuro? Ansiaba tener tiempo para leer. Ansiaba escribir los libros que había soñado escribir cuando estaba en el colegio.
“Sabía que tenía todo para ganar y nada para perder si abandonaba el trabajo que detestaba. No estaba interesado en hacer mucho dinero, pero sí me interesaba vivir mucho. En suma, había llegado a un Rubicón, a ese momento de decisión que debe enfrentar la mayoría de los jóvenes cuando comienzan a vivir por su cuenta. De modo que tomé mi decisión, y esa decisión alteró por completo mi futuro. Ha hecho que el resto de mi vida fuera feliz y satisfactoria más allá de mis utópicas aspiraciones.
“Esta fue mi decisión: abandonaría el trabajo que detestaba y, dado que había pasado cuatro años estudiando en el State Teachers College de Warrensburg, Missouri, estudiando para ser docente, viviría dando clases a adultos en las escuelas nocturnas. De este modo tendría el día libre para leer libros, preparar las clases, escribir novelas y cuentos. Yo quería ‘vivir para escribir y escribir para vivir’.”Dale Carnegie
Un emprendedor debe aprender y dominar el sutil arte de la comunicación. Los líderes exitosos fueron y son expertos comunicadores. No importa a que nos dediquemos; para el empresario, el profesional, el empleado, la capacidad de comunicarse es fundamental, de ella depende el éxito en su actividad.
Dale Carnegie fue un experto en el tema y en uno de sus libros escribió las siguientes líneas al respecto:
“…¿Alguna vez usted se ha cuestionado que el perro es el único animal que no tiene que trabajar para vivir? La gallina tiene que poner huevos. La vaca tiene que dar leche y el canario tiene que cantar. Pero el perro se gana la vida sólo dando muestras de amor…”
Sin duda, los perros son comunicadores natos y obtienen en forma natural lo que desean de los seres humanos. Hay mucho que aprender de esos simpáticos animales. Ellos conocen muy bien su negocio y lo manejan en forma magistral. Para qué leer libros sobre relaciones humanas si tenemos un maestro en casa.
Bueno, también existen personas que saben de los beneficios de un buena comunicación, y lo hacen con exquisita creatividad y este libro trata e mostrarnos el buen camino para eso